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PIEZA DE LA SEMANA - Nº 45 – Lectura en la mezquita universitaria de El-Azhar

«Hasta aquí, y puede que Alá nos conceda el entendimiento». Con esta frase se ponía fin a las lecciones diarias en la Universidad egipcia de El-Azhar hacia el año 1880. Los estudiantes escuchaban, sentados en el suelo, las enseñanzas que se explicaban en clases de una hora y media o de dos horas de duración. Una vez finalizadas, todos se levantaban y uno a uno iban a besar la mano del maestro en señal de respeto y a modo de despedida.

Los alumnos guardaban, como un bien muy preciado, los papeles escritos en portafolios en blanco y negro. El Dr. Goldziher describe en esta obra como, un joven que extravió su tarea, había fijado la siguiente nota con permiso del supervisor: «¡Oh, vecinos de la noble Mezquita de el-Azhar!, ¡Oh, buscadores de conocimiento! Desafortunado por la pérdida sufrida por un pobre siervo de Dios. He perdido un caso en el cual había dos kuras del comentario, etc. El que lo encuentre puede entregárselo a la portera, tal y como la religión requiere de él, y recibirá un dulce de su humilde servidor tan pronto como el folio regrese a mis manos».

En las horas de asueto, los escolares se dedicaban a caminar arriba y abajo por el patio, manteniendo conversaciones entre ellos, formando corrillos, negociando con los vendedores ambulantes o charlando con los visitantes de la mezquita universitaria. El texto que acompaña al grabado relata algunas escenas de la vida cotidiana y nos presenta a un aguador que, con sus tazas de metal, cubre las necesidades de un estudiante cuya sed no es únicamente de conocimiento. También narra como otro joven discípulo aprovecha este tiempo para comprar comestibles y de un tercero que se entretiene hablando con la madre de una muchacha oculta tras un velo islámico.

El final de la escena lo protagoniza la voz clara del muecín llamando a la oración del mediodía. Entonces, los estudiantes se apresuran a realizar las abluciones establecidas para posteriormente arrodillarse con sus caras en dirección a la kiblah.

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