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PIEZA DE LA SEMANA - Nº 44 – Ejecución de un estudiante japonés en Yedo

La pieza de esta semana está dedicada a la decapitación de un estudiante japonés que tuvo lugar en el año 1875. El nombre del infeliz era Tazaki Hidechka y fue condenado a muerte por el asesinato, en la calle y a plena luz del día, del cónsul alemán en Yedo. Al parecer había cometido el crimen movido por el odio a los extranjeros que prosperaban en un país que, por aquel entonces, abría sus puertas a occidente.

El gobierno evitó que la ejecución de la condena a muerte fuera pública y se hicieron los preparativos para que tuviese lugar en la misma cárcel. Al ajusticiamiento asistieron únicamente algunos altos cargos japoneses, dos invitados europeos, el verdugo y sus asistentes. En el patio fue escavada una pequeña zanja de quince centímetros de profundidad por un metro de largo y, a continuación, el reo escuchó la sentencia con la cabeza baja.

Llegado el momento, el estudiante se colocó de rodillas sobre una alfombra situada en el centro de la fosa. Con los ojos vendados, dejaron al descubierto su torso y retiraron las cuerdas que le sujetaban las manos. El cronista escribiría más tarde como, a pesar del destino que le aguardaba, no mostró ningún síntoma de abatimiento.

Entonces entró en escena el verdugo y, tras templar la hoja de la espada en agua caliente, procedió a la ejecución de la sentencia. El primer golpe, debido a un error de cálculo, sólo consiguió alcanzarle en el hombro y harían falta otras tres acometidas para separar la cabeza del tronco de manera definitiva. La escena, como es posible imaginar, resultó dantesca y el cuerpo del escolar quedó inerte sobre la alfombra después de haber padecido terribles convulsiones. Finalmente, el asistente del verdugo arrojó agua sobre la cabeza del cadáver para que pudiera ser comprobada su identidad de manera fehaciente.

Una cruel historia que sirve para recordar que, tanto los asesinatos como la pena de muerte, no deberían formar parte de la sociedad de nuestros días.

La autoría de esta xilografía histórica corresponde a L. Housset y fue realizada a partir de un croquis de William Down, quién tuvo el triste honor de presenciar al suceso. La imagen sería publicada por la revista francesa «Le monde Illustré» en 1875.

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