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PIEZA DE LA SEMANA - Nº 24 – El pronóstico de un espantanublados

Por las antiguas universidades españoles pululaba un tipo peculiar de estudiante. Un compendio de malas artes, siempre mal trajeado, pidiendo limosna de puerta en puerta y con fama de nigromante, que entre las gentes era conocido con el nombre de «espantanublados».

La existencia de estudiantes mágicos, también llamados de forma genérica «escolares», fue frecuente en otros tiempos. Entre sus muchas actividades podemos destacar la elaboración de pronósticos, la interpretación de los astros, la preparación de conjuros y una supuesta intervención sobre las condiciones climatológicas.

Los conocimientos en astrología, física o química, algunos trucos aprendidos en las tabernas y el uso del «latín macarrónico» (una mezcla entre lengua vulgar y latina) eran las armas empleadas para embaucar al auditorio. Solían practicar pequeños juegos de imantación y otras boberías similares para captar la atención de sus potenciales víctimas.

Las travesuras más livianas consistían en inventar criaturas mitológicas y hechos extraordinarios, con los que divertían a cualquiera que les brindase un techo o un plato de comida. Pero aún llegaban más lejos, discurriendo embustes destinados a jugar con las ilusiones y con la avaricia de las gentes. Así, alardeaban de conocer los secretos para convertir la tierra en oro, hacer más fértiles las cosechas o conseguir que una mujer diera a luz un hijo varón. Como es de suponer, los escolares eran colmados de atenciones, para poner tierra de por medio, antes de que la burla quedara al descubierto. La prudencia imponía entonces la precaución de no volver a pasar por las localidades visitadas y el cambio de escenario con el fin de evitar posibles represalias.

Hoy presentamos un antiguo romance en pliego de cordel impreso por los herederos de Juan Jolis entre los años 1760 y 1770. Esta obra recoge uno de esos pronósticos, de estilo jocoso, escrito en catalán y de cuatro páginas de extensión. Su título es «Pronostich natural, y verdader calculat del meridiano de Cathalunya, Aragó, Valencia. Compost per Benet Mones Estudiant en Arts en la Universitat de Barcelona» del cual se conservan dos versiones en el Museo.

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