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Author:
Anónimo.
Title: EN EL TEATRO LICEO.
UNA AGRADABLE VELADA DE LOS “TUNOS”
SALMANTINOS.
Publication:
Museo Internacional del Estudiante, 2009.
Original edition:
La Gaceta Regional.
Date:
Miércoles, 9 de febrero de 1927,
p. 2.
Ayer
tarde se celebró con toda solemnidad, en el teatro Liceo, la velada
organizada por la Tuna Escolar Salmantina.
Fue
una fiesta simpática, en la que ni un momento decayó la alegría risueña
de la juventud..., tesoro insustituible y único en el mundo.
El
público que distinguido, a la par que numeroso, ocupaba todas las
localidades, pasó unas horas alegres, que será difícil se borren de su
memoria.
¡Cómo estaba el patio!
El
patio, la sala, el teatro todo, estaba pletórico de bellezas.
Nuestra vista no se cansaba de admirar a las bellas, encantadoras
salmantinas, que acudieron al Liceo, para realzar con su presencia la
fiesta de los «tunos» escolares.
Con
antelación pedimos indulgencia a los lectores si se nos queda algún
nombre sin estampar en estas columnas. Fueron tantísimas las chicas
guapas y familias distinguidas que estaban en el Liceo, que no sería
difícil incurriésemos en algún olvido, totalmente involuntario por
nuestra parte.
Allá
va, pues, la lista:
Señores de Llauradó, Corredera (Alba de Tormes), Serrano Carmona, Coca,
Ulpiano Blanco, Dans, Ibáñez, Veiga; viuda de González Orús; señorita
Carmen Cascón; señora doña Rosa Sevillano; señorita Adela Moneo; señor
Presidente de la Audiencia y familia.
Eso
sólo en plateas y palcos. En butacas de patio, vimos a las
distinguidas señoras y bellas señoritas: de Cáceres, Anta, Carlos
Moreno, Gaspar Holgado, Julio Peláez, Mirat de Jiménez, Peláez, Olivera,
Mezquita, Prada, Sánchez de la Peña, Monge, Sacristán, Díez, Pierna,
Vargas, Sánchez Tabernero, Sánchez Rico, García Romo, Infante, Bernardi,
Ludeña, Jiménez (don Fructuoso), Redondo, Clafrac (don Rafael), Vals,
Madrazo, Cardenal, Villanueva, Moyano, Santos, Morán, Carnero,
Estefanía, Marcos, Briones, Cobaleda, Barrado, Díez Lozano, Diego
Hernández, Lunar, Real, Reyes, Cándida y Consuelo Hernández, Urbina,
Angoso, Huebra, Sexma, Corcuera, Trigo, Polo Diez, Teresa García, Teresa
Puente y algúnas más.
Las presidentas
En
una platea, marco inadecuado para su belleza, se encontraban las
presidentas de la Tuna Escolar Salmantina.
Son
estas Elvira Olivera, Maruja González Orús, Elisa García Torres,
Encarnita Llauradó. Cuatro preciosas figulinas de las que pueden estar
encantados los «tunos».
Si
quisiéramos y pudiéramos hacer un cumplido elogio de su
belleza, tendríamos que copiar las lindas flores que el
presentador de la Tuna las tributó.
Pero
así todo, palidecerán entre la rubia belleza de Encarnita, la delicada
gracia de Elvirita, la esbelta figura de Marujita o los formidables
ojos de Elisa.
Discurso del catedrático señor Torres
La presentación de la Tuna escolar corría a cargo del
ilustre catedrático de Historia del Derecho, don Manuel Torres López.
Al
aparecer en el palco escénico es recibido con una cariñosa ovación.
En
inspirados párrafos agradece estos aplausos que los ofrece como ofrenda
de todos a las presidentas
de la Tuna, merecedoras de ellos por derecho propio.
Justifica y disculpa su presencia en aquel lugar y manifiesta que su
máxima dificultad en aquel momento, procede precisamente de las bellas
que le escuchan.
Ante
un público distinto – dice – podría yo, con ánimo reposado y sereno, con
tranquila y pausada meditación, hilvanar mis ideas y salir del paso con
mediano acierto; pero cuando miro a derecha e izquierda y, colocados
entre tantos otros fuertes y serios, que también me deben asustar,
pero de los
que prescindo ahora, veo tantos ojos en los que es exacto la indulgencia
asoma, pero que son capaces cada uno de ellos de hacer decir al más
sereno trescientas incoherencias. (Grandes aplausos).
Después entona un entusiástico canto a las bellas presidentas, volcando
a sus pies todos los claveles de la vega granadina. De este inspirado
elogio, pudimos tomar las siguientes imágenes: vosotras sabéis muy bien
que los poetas y los románticos – quién no es poeta y quien que lo es no
es romántico, que dijo el inmenso Darío – cantan y trovan con gusto
siempre a las flores, que alegran y adornan y cautivan a la primavera,
que trae verdores a los campos y esperanzas a los hombres; a la luna,
que platea los horizontes; a la noche, que enturbia las ideas; al amor,
que vivifica las conciencias muertas...
Cómo
no he de sentirme yo orgulloso de cantaros, si vosotras sois más flores
que las flores y adornáis más que ellas a tal punto, que nunca podéis
con ellas adornaros, pues siempre resultarán las flores adornadas; si
vosotras traéis más esperanzas e ilusiones que la primavera; si vuestros
ojos platean más que la luna o son más negros y profundos que la noche;
si sois, en una palabra, encarnación rotunda y fuerte de lo amable;
quimeras reales, como el amor de soñadores vivos... Creedme, para mi
nada más grato, con todo su temor, que este momento que no olvidaré
nunca, y, creed, que pasados años, yo podré acoplar mi caso a
unos famosos versos de Musset. Yo no querré saber, como el poeta,
si florecen los campos; ni en qué pasará la farándula humana; ni si los
cielos alumbrarán mañana a los muertos de hoy; yo me diré solamente, a
esta hora, un día – no precisamente amé y fui amado como dijo Musset –
pero sí canté y fui oído. Y pongo el mismo colofón del poeta: Y ellas
eran bellas. (Aplausos.)
Y así
siguió el orador su inspirado canto, subrayado con murmullos de
aprobación por el auditorio.
Pero,
perdonadme; el tiempo corre y me creo obligado a decir aún algo de la
Tuna en otros aspectos.
Es la
Tuna, decíamos antes, una fuente viva de tradición y una
evocación de la vieja serenata romántica.
¿Quién de vosotros no ha oído, con la misma unción que en el santuario
se escuchan las plegarias, en la noche quieta de insomnio triste o de
trabajo rudo, de quehacer ingente o de vigilia grata, el ruido de una
música de cuerda, lejana, que rompe el quieto manto, atractivo o
angustioso, de la noche, que, el ocultar todo, lo hace mal propicio a la
conseja y el misterio? ¿Quién de vosotros dejó al menos de soñar con
músicas como estas, o no pensó en ellas y creyó oírlas
cadenciosas, juguetonas y alegres en momentos de ilusión
romántica?
Pues
esas músicas, señoras y señores, esos recuerdos de tradición perdida,
quedaron para siempre refugiados en las Tunas de estudiantes. Ya no
suena por las calles viejas de la ciudad cuando abre sus ventanas a la
primavera la serenata romántica de algún enamorado que llama con músicas
a alguien que se oculta tras las ventanas entreabiertas de una casa muy
bella; ya no suena en una noche muy serena y caliente del verano la
canción de algún trasnochador que se acompaña con alguna bandurria mal
templada; ya en las noches ventosas del otoño no se mezclan con el
chasquido de las hojas desgranadas de los árboles y el silbar de los
vientos, las melodías airosas de guitarras y violines callejeros; y solo
en el invierno y como efecto de la mágica fuerza de la Tuna
surge, tras la oficial, la vieja serenata romántica con el mismo fuego,
con igual cariño que en los tiempos del Estudiante salmantino de
Espronceda.
La
Tuna se marcha y al lanzarse por tierras variadas lleva a todas partes
la noticia de que aún tiene Salamanca unos estudiantes que conservan
costumbres anticuadas y en todas partes y aún con más fuerza, si
cabe, que en su cuna
produce el mismo efecto, mágico, de una resurrección de tradiciones,
difurriiendo al par y llenándolo de alegres alabanzas, el nombre
salmantino.
Canta
después el orador, el gozoso peregrinaje de los tunos por las ciudades
hospitalarias de España y la tristeza de sus despedidas, pues la Tuna,
como nueva farándula siempre en movimiento, no puede detenerse, y
solo los trofeos a veces «pendientes...» de la bandera serán, al ser
eternamente conservados, alentadores de un recuerdo de felices tiempos.
Cita
después unas palabrea que aparecieron en LA GACETA REGIONAL
y que se adaptan previamente a sus ideas, recordando a un juvenil
tunero de hace veinte años.
Termina dando las gracias, como había comenzado, ahora por la amabilidad
con que había sido escuchado.
Una
gran ovación acogió las últimas palabrea del inteligente orador.
Unas cuartillas. El concierto
Seguidamente se presentó ante el público la Tuna, en el escenario,
siendo ovacionada durante largo rato.
El
presidente de la misma don Alfonso D. Guilarte, leyó unas preciosas
cuartillas, que merecieron los aplausos de la concurrencia.
Una
vez que hubieron finalizado los discursos, las presidentas colocaron en
la bandera de la Tuna los preciosos lazos bordados por ellas.
Y
entonces los «tunos», interpretaron, de modo magistral, algunas
composiciones de su ameno repertorio.
La
ejecución que a las mismas dieron fue admirable, demostrando la
estupenda compenetración que entre todos ellos existe.
Los
«tunos» escucharon formidables ovaciones del público entusiasmado, como
premio a la gran interpretación que dieran a cada pieza.
Un
monólogo para un artista
A
cargo de Cristóforo Morán estuvo la recitación, primeramente, del
monólogo original de Pedro Muñoz Seca, titulado «Adam y Evans».
Ya lo
hemos dicho en ocasiones múltiples, pero no obstante, volveremos a
repetirlo nuevamente:
Cristóforo es todo un gran artista. Tiene soltura, gracia y acción, cosa
nada corriente entre aficionados. Ya quisieran muchos de nuestros
actores tener las tablas que posee el formidable Cristóforo.
Grandes aplausos fueron el premio a su trabajo acertado y nunca –
creemos – bien ponderado.
Después fue representado el entremés de los hermanos Quintero, que lleva
por título «El ojito derecho”.
Este
fue interpretado por Cristóforo Morán y los señores Orta y García, que
recibieron igualmente mucos aplausos del respetable.
Finalmente, los «tunos» interpretaron nuevas composiciones, que al igual
que las primeras fueron subrayadas por el público con ovaciones
ensordecedoras.
La
concurrencia salió altamente complacida y satisfecha por el agradable
rato que los «tuneros» le hicieron pasar.
Y esa
es la verdad. La velada resultó muy animada y nada pesada, cosa de las
que estas fiestas suelen adolecer casi siempre.
Salamanca, en esta ocasión, ha respondido al llamamiento hecho por los
«tunos», para que su fiesta
tuviese, como ha tenido, todos los honores de grandeza.
A
todos nuestra sincera y cordial felicitación por el éxito obtenido.
____
NOTA: Artículo
procedente de investigación original inscrita con el número SA-120-02 en
el Registro de la Propiedad Intelectual. La presente edición ha sido
normalizada y corregida para evitar el uso no autorizado de la misma.
Todos los derechos reservados.
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