Author:
Anónimo.
Title:
LA TUNA ESCOLAR SALMANTINA EN ALBA DE
TORMES.
Publication:
Museo Internacional del Estudiante, 2009.
Original edition:
El Adelanto.
Date:
Martes, 16 de marzo de 1926,
p. 3.
Después de un «feliz» viaje en Ford, y con una velocidad media de
unos ocho kilómetros por hora, llegó el domingo, a las cuatro y
media de la tarde, la Tuna Escolar Salmantina, que era esperada con
verdadera expectación.
Cuentan los «tunos» mil peripecias de su viaje y dicen que llegaron
gracias a la invocación que a la santa castellana hicieron en uno de
sus innumerables y obligados altos en el camino.
Al pie de la fuente de Santa Teresa encontraron un papelito, que
decía:
Si presuroso llegas
en este encuentro,
a Santa Teresa reza
un padre nuestro,
y en este caso
y con tu amor
sigue tu paso
sin ningún temor
A
la entrada del puente esperaba a la Tuna un público numeroso, que
vitoreó constantemente a los simpáticos estudiantes, y una comisión
del excelentísimo Ayuntamiento, formada por don Jaime Briz y los
concejales y los concejales don José Cuadrado, don Martín Delgado,
don Jerónimo Cotobal, don Juan González y don Jerónimo García Narros.
A
continuación, y en medio de las aclamaciones del público,
trasladáronse al convento de Madres Carmelitas, orando breves
momentos ante el sepulcro y reliquia de la Mística Doctora.
En el Ayuntamiento dieron su primera serenata, siendo oídos por
numeroso público que invadió la sala de sesiones. El alcalde, señor
Briz, pronunció breves y cordiales palabras de bienvenida.
Los tunos fueron después a casa de los señores de Corredera, por ser
su bella hija Angelines madrina, y con este motivo fueron
obsequiados espléndidamente. Ayudando en hacer los honores estaban
sus distinguidas amiguitas Emilita González, Conchita Sánchez y las
bellas hijas del director del Instituto de Salamanca Juanita y
Carmen Riesco.
En casa de los señores de Villapecellín dieron otra serenata a sus
madrinas las preciosas señoritas Rosarito Fernández Bordona,
Amparito García, Adela Gutiérrez, Amalia Escudero y Antonia
Villapecellín, que, ayudadas por las damas de honor Marcelina y
Valentina Hernández, Teresita García, Paquita y Práxedes Zapatero,
Mercedes Fernández Bordona, Rosarito Martínez, Paulita González y
Paquita García, sirvieron a los tunos un espléndido «lunch».
A
la hora del champán, se pronunciaron calurosos elogios a la belleza
de las albenses y a las delicadas atenciones que para ellos
tuvieron.
A
las siete empezó en el teatro del Hospital la velada en honor de sus
madrinas, las encantadoras señoritas Charito Fernández Bordona,
Antoñita Villapecellín, Angelines Corredera, Adela Gutiérrez, Amalia
Escudero y Lucita Sánchez, que ocupaban una platea adornada con
mantones de Manila y profusión de flores.
En el teatro, completamente lleno, se encontraban las familias de
Sánchez Bordona, Clavijo, García, Riesco, Ramos Pascua, Zapatero,
Briz, Mosqueta, Nieto, Campos, Rodríguez, etc.
El presidente, Natalio Sánchez García, hizo a sus paisanos la
presentación en elocuentes palabras y sincero elogio a la belleza de
las madrinas, que para recuerdo de fiesta tan simpática e
inolvidable impusieron lazos a la bandera.
Charito Fernández Bordona, en cinta roja, pintó una primorosa charra
y el escudo ducal de Alba.
Adelita Gutiérrez, en lazo verde, la fachada principal de la
basílica.
Amparo García, en rosa, enlazó los escudos de Alba y Salamanca.
Antoñita Villapecellín, en cinta blanca, pintó el escudo de su noble
apellido.
Amalia Escudero, en azul, los emblemas de Filosofía y Letras.
Y
Angelines Corredera, un delicado apunte, aprovechando el fondo
amarillo de la cinta de la basílica.
El concierto y el gracioso entremés «Pelé y Melé», fue del agrado de
la concurrencia, que así lo manifestó con atronadores aplausos, como
también la «Serenata de Jossechi», que tocó Pepe Sánchez.
Después de cenar y para remate de la jornada, en el Casino, comenzó
un animado baile, que duró hasta la madrugada.
La Junta del Casino obsequió a los tunos con café y licores.
La Tuna Escolar Salmantina, que tan grato recuerdo dejó, salió para
Salamanca a las dos de la mañana, con la esperanza de que su viaje
de regreso no sufran los autos los contratiempos que les retrasó su
llegada.